El joven víctima de la paliza de un camarero en Nigrán: «Me habría suicidado si no hubiera sido por mi madre»

Monica Torres
mónica torres NIGRÁN / LA VOZ

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Lupe, con fotos del estado en el que quedó su hijo, que ahora prácticamente no sale de casa.
Lupe, con fotos del estado en el que quedó su hijo, que ahora prácticamente no sale de casa. M.MORALEJO

Empieza el juicio por la agresión tras una fiesta en un pazo. Piden para el único acusado ocho años de cárcel y 132.000 euros de indemnización

10 may 2024 . Actualizado a las 01:16 h.

«Tengo mucho miedo. Es la primera vez que me voy a ver en un juicio y he de revivir todo lo que ya pasé», dice Ignacio Martíns Comesaña, Nacho, de 28 años. Es la víctima, y «abrir la caja de los horrores» ha hecho que vuelva el estrés postraumático que le provocó la paliza que le dieron el 16 de agosto del 2020 al salir de una fiesta en un pazo en la que celebraban el cumpleaños de un amigo. Su madre, Lupe Comesaña, también vive anclada en esa madrugada, y ambos afrontan el juicio que arranca mañana en Vigo con la esperanza «de poder creer en la Justicia». La Fiscalía pide para el único acusado una pena de ocho años de cárcel y el pago de 132.107 euros.

Madre e hijo explican a La Voz sus sentimientos encontrados. Ella puede hacerlo a cámara, pero Nacho tiene que hablar por teléfono, desde su habitación y a oscuras, porque la proximidad del juicio ha desatado de nuevo todos sus demonios.

Pregunta. ¿Cómo afrontan el juicio?

Nacho Martíns. Aunque soy la víctima, tengo mucho miedo por tener que revivir todo. Desde que el abogado me avisó hace un mes, se abrió la caja de los horrores y comencé a sufrir de nuevo todos los síntomas del estrés postraumático de los primeros días. No soy capaz de salir de casa, ni descansar, ni dormir, ni comer, y estoy en la habitación a oscuras porque también han vuelto aquellos episodios en los que siento que me siguen persiguiendo por el monte, y tengo grabadas las caras de dos de los que me pegaron. Siento el mismo pánico y estoy pendiente de mirar seguido hacia atrás, como si fueran a volver a por mí. Tomo diez pastillas al día, pero no duermo.

Lupe Comesaña. Es durísimo para toda la familia por la angustia que supone para mi hijo, aunque llevamos casi cuatro años clamando justicia.

P.¿Cómo ha sido cada día hasta llegar a este momento?

N. M. Tras la paliza intenté pasar página de la forma más fácil y egoísta. Quise suicidarme, pero pensé en mi familia. Si no fuera por mi madre, ya no estaría aquí, porque me habría suicidado. Ella es mi mejor amiga, lo ha sido todo.

L. C. Todos los días han sido horrorosos, pero ninguna madre está preparada para que su hijo sienta la necesidad de suicidarse. Doy gracias a Dios de que esté vivo y conmigo, pero ese día se nos rompió algo a todos. Lo mataron en vida, y por su lucha diaria lo admiramos aún más, pero quiero poder creer en la Justicia.

P. La Fiscalía pide ocho años de cárcel y 132.000 euros en indemnizaciones. ¿Cómo lo valoran?

N. M. Me persiguieron cinco personas, y, al final, solo va a pagar una por el resto. No lo veo lógico. Él no me da pena, porque fue uno de los primeros en tirarme al suelo y darme puñetazos y patadas, pero no fue el único, y necesitamos que todos paguen.

Lupe. Piden ocho años de prisión y diez de alejamiento, pero la pena que le han impuesto a mi hijo es mucho peor, porque a él lo encarcelaron hace cuatro.

P. ¿Confían en la Justicia?

N. M. Quiero que nadie más tenga que pasar por algo así. Estuve un año encerrado en mi habitación tras la paliza, pero la muerte de Samuel [el joven asesinado en A Coruña] me impactó de tal manera en la cabeza y el corazón que sentí el coraje de dar la cara, también por él. Cualquier día puede aparecer otra persona muerta, porque los cobardes van en manada. Esto le puede pasar a cualquiera, y no puede ser así.

L. C. Confiamos en que se aplique la máxima pena, pero para nosotros es fundamental que paguen todos los implicados. A mi hijo le pegaron entre varios y, como madre, quiero que todos tengan que dar la cara y pagar por lo que hicieron. Confiamos en la Justicia porque es la única posibilidad que tiene Nacho para creer que puede salir adelante y recuperar su vida.

P. ¿Le han quedado secuelas?

L. C. Lo dejaron muerto en vida. Tiene secuelas físicas y emocionales, que son las peores. Todas las noches sueña que lo persiguen por el monte, pese al tratamiento, y se levanta empapado en sudor. Mejoró un poco, pero sigue con fobias, nervios, hiperventilación y casi no sale de casa. Perdió vista de un ojo y le matan los dolores de cabeza. Además, hay una parte de la cara que no la siente porque lleva una placa de titanio.